Katy y María Campbell, son hermanas, son gemelas y ambas padecen anorexia. Estas gemelas británicas, de 33 años. Han mantenido un pacto de anorexia durante más de dos décadas.
Todo comenzó cuando a los once años Katy y Maria Campbell escucharon una conversación entre sus padres: “Estábamos de pie en la parte superior de la escalera y escuchamos que nuestro padre le decía a nuestra madre: “¡Caramba, las niñas se están convirtiendo en jóvenes mujeres. Les están creciendo las caderas!”, recuerda Maria.
Lo que puede parecer un comentario inofensivo, dejó una profunda huella en las niñas: “Ese día decidimos que si dejábamos de comer perderíamos nuestras caderas. Yo quería castigar a mis papás y supongo que eso es lo que hemos estado haciendo desde entonces (…).Estábamos indignadas por el comentario de mi padre”, señala Katy.
A esta situación se le añadió un cambio de colegio en a secundaria, donde las hermanas empezaron a sentirse intimidadas por otras jóvenes. “En todas las clases de educación física nos pesaban. Hubo otro par de gemelas idénticas que pesaba menos que nosotras y eran más bonitas y populares”, asegura Katy.
Todo esto derivó en una rutina escalofriante por parte de las gemelas “Maria comenzó a llevar un diario de alimentos en el que anotaba todo lo que comía, el peso y la cantidad del ejercicio que habíamos hecho. Empezamos a saltarnos el desayuno y nadábamos varios metros de la piscina por la mañana, además hacíamos gimnasia después de la escuela”, revela Katy.
Katy continua, “En la escuela primaria, tenía una amiga que había perdido mucho peso. Era anoréxica a los nueve, así que sabía un poco acerca de la enfermedad (…)nPor alguna razón, en vez de sentir rechazo por la enfermedad, hubo un extraño atractivo para nosotras y cuando vimos a las gemelas más delgadas, quisimos ser como ellas y como nuestra madre”.
“En casa, escondíamos lo que estaba sucediendo. Poníamos la
comida detrás del frigorífico, en los cajones, en nuestro piano. Entonces, cuando no nos veían simplemente la tirábamos a la basura”, añade Maria.
“Cuando teníamos 15 años, mamá notó que estaban perdiendo peso y empezó a sentarse con nosotros durante la cena, pero una de nosotras la distraía mientras la
otra escondía los alimentos (…) Mamá admitió sentirse culpable por no hacer más para ayudarnos, pero no había nada que pudiera haber hecho.
Estábamos obsesionadas con la delgadez”, afirma Katy.
“Ahora, por supuesto, las dos nos sentimos muy mal por todo el sufrimiento que le hemos realizado a nuestra familia. Esta enfermedad afecta a todo lo pernicioso, y cuando estás obsesionado, no te importa lo que piensen los demás”, explican las hermanas.
Pero el hecho de haber padecido esta enfermedad durante tantos años, les ha traído escalofriantes consecuencias. “Incluso ahora, ninguno de nosotras ha tenido alguna vez un período. Los médicos dijeron que teníamos que subir de peso si no se iba a dañar nuestra fertilidad, pero entra por un oído y sale por el otro”, afirman las hermanas Campbell.
“Ninguna de nosotras ha tenido alguna vez un novio”, dice María. “Nunca hemos tenido la oportunidad de ir al encuentro de los hombres. Es algo por lo que tanto Katy y yo estamos muy tristes”.
Sin embargo, después de 22 años arrastrando esta enorme carga Maria y Katy, que apenas pesan 38 Kg, ya están cansadas de esta malsana obsesión. “Katy y yo estamos absolutamente hartas de la situación (…). Lo he perdido todo debido a esta enfermedad. He perdido mi vida, mi casa, mi pelo, mi trabajo, todo… y estoy absolutamente harta de esto”, afirma María.
“Es como tener una bola y una cadena alrededor de mi tobillo que no puede deshacerse”, dice María sobre la anorexia. “¿Cuántas calorías estoy quemando, cuánto pesaré mañana?. Es una obsesión.”
“No puedo caminar más. Me duele la espalda, los latidos de mi corazón son irregulares, tengo osteoporosis, dolor gástrico crónico y pancreatitis. Estoy en tratamiento con diuréticos, porque mis riñones no funcionan”, añade Katy.
Cuando se les pregunta por la rehabilitación, Maria asegura “La clínica de recuperación es el peor lugar. Siento que he sido condenada a la prisión. Pero esta va a ser la última vez. Tengo que mejorar” Aún así, Maria y Kate continuarán hospitalizadas durante varios meses y aseguran que esta vez sí están decididas a vencer su anorexia.
“Realmente me gustaría tener un bebé, pero no tengo idea de si es posible. Algunos médicos dicen que podría ser posible si llego a un peso saludable, mientras que otros dicen que he arruinado mi fertilidad”, asegura Katy.
Su hermana, Maria, comparte la misma esperanza: “Quiero tener niños. Los médicos dicen que si puedo conseguir el índice de masa corporal indicado entonces puede ser posible (…) Yo quiero un marido. Quiero fertilidad. Conozco a personas que todavía están con esta terrible enfermedad en sus 50 años, y estoy decidida que no voy a ser yo. Estoy 100% lista para cambiar este momento”.
Recursos: